Porque...

martes, 17 de marzo de 2009

2 confesión (es)  

Cuando las distancias se empiezan a convertir en grandes abismos y la voluntad empieza a flaquear ¿qué se puede hacer?
Está ahí, lo sabes, a la mano, a un click, sólo presionando un botón; pero no das el paso, te quedas mirando el tiempo y esperando alguna señal o indicio que te motive a iniciar diálogo y entonces, cuando piensas saludar, recibes palabra, tu corazón brinca, tus pulmones se detienen, tu sonrisa se dilata y tus ojos brillan... realmente te gusta ¿cierto?
Necesitas sus brazos entrelazados con los tuyos y ambos cuerpos, oír su respiración en tu cuello; quieres saborear su aroma cálido y descansar ambos en las caricias del otro. Porque ya no te sientes completo si no estás a su lado, porque tu corazón clama por los latidos del corazón lazado, porque el fuego no combate al frío con la misma pasión y dedicación que lo hacen los brazos del ser amado, porque sí y porque no...
No es lo mismo que tu peine acaricie tus cabellos a que la mano de alguien que te quiera te los desordene, porque sólo esa persona puede hacerlo, porque sólo sus dedos pueden enredarse con tus pensamientos y alterarlos como gusten, porque ya eres suyo...