Animales

martes, 22 de septiembre de 2009

2 confesión (es)  

Y aún cuando el murciélago marrón sabe que el obscuro canino le dio la negativa y que ya no puede volver con los de su especie - no porque lo desprecien por la traición, sino por su propio orgullo - se agita en sus entrañas y anhela volver a posarse en el peludo y cálido lomo de su antiguo compañero o en su cabeza; mas nunca lo hará de nuevo... (¿Por qué? Miedo.)
Ahora vuela al rededor de otro cánido (¿cuál es tu manía con ellos?), uno blanco que no lo expulsa de su lomo, pero no lo deja llegar hasta su cabeza ni beber un poco de su sangre para sobrevivir, sólo le permite alimentarse junto a sí: una unión nimia, pero fuerte que lo mantiene despierto.
La ángel opaca es feliz junto a la bestia áurea, aunque ésta le robe la vida y ambos terminen en el mundo de los efímeros y agote la energía divina humanizada de la ángel hasta su finitud letal. El cachorro que cuida no quiere seguir envenenándola, pero ella no quiere vivir sin su tormenta de campo, será el árbol que detenga sus rayos; será una tormenta.
El pajarillo cobrizo lo espera en la caverna y el lobo no espera nada, la mente el corazón se esfuma y el cachorro... sólo quedará hasta que eleve vuelo la angelical sanguijuela de la noche.