En la Punta del País

Allá, en la zona más alejada de todas, vive Hassâsîn, un extraño ser de costumbres vulgares, aislado del resto de la gente que no lo comprende, quienes lo miran con desdén o desinterés, los que susurran a sus espaldas cuando le ven o que descarada y directamente le gritan en pleno rostro lo que piensan de él, le expresan todo su desprecio.
Pero aquel ente rechazado no demuestra su pena, no deja ver a los demás lo hondo que son las heridas provocadas por las palabras, no cambia sus facciones ante los múltiples insultos y los sin-respeto. Seguirá así, o al menos eso espera, ser fuerte.
El tiempo es una arma de oro que sella las llagas, pero también que abre nuevas. Ya no queda lugar donde obtener esos ánimos para luchar, esas energías para vencer los insultos con frialdad de piedra; sólo queda valerse por si mismo.
¿Cuánto más podrá soportar?
Hassâsîn no sólo tedia con eso, además tiene (como la gran mayoría) los llamados "problemas existenciales" o, como él prefiere llamarlos, "enigmas sobre las cosas de la vida". Sus enigmas, sus cuestiones respecto a asuntos tan cotidianos, pero que le atormentan de una manera excesiva, excesiva mas no atronadora. Son los resultados de fusionar el corazón y la razón, un alma en sufrimiento y descontrol. Pero lo esconde, oculta sus pesares tras un gran trozo de tela, su "túnica", como le nombra con cariño.
¿Cuánto más podrá soportar?

"Incapaces de ver a través de la túnica..."